martes, 7 de enero de 2014

Veintes



Hace unos días mi amiga me mencionó acerca de un sobre que tenía para mí. Se lo entregué hace años, quizá en mis veintitantos. No  lo recordaba.
Días después, lo tuve en mis manos, es un sobre de esos color amarillo tamaño carta, cerrado y con una anotación de mi puño y letra que decía: "abrir el 18 de septiembre de 2013". Eso fue el septiembre pasado, en mi cumpleaños número 40.
Optimista que soy, a los veintitantos no veía la fragilidad de la vida como la percibo ahora, ingenua de mí, no pasó mucho tiempo después de esa petición especial a cuando atravesé por algunos accidentes físicos y personales. Todavía tenía lejos de mí los zarpazos del miedo,  de perder irremediablemente a la gente que quiero, o de mí  misma, por no tener la oportunidad de vivir para contarla.
He tratado de recordar lo que fue para mí encargar ese sobre en ese tiempo, e ignoro qué me motivó a hacerlo, sin embargo me muestra cuánto he cambiado. Aunque en el fondo uno se siente forever young, ya hay un buen trecho recorrido entre esa persona que fui y la que soy ahora. Es curioso sentirse un viajero en el tiempo, solo que la máquina no da marcha atrás, salvo cuando uno cierra los ojos y a veces, tiene imágenes gastadas de aquellos recuerdos maravillosos, que uno reconstruye una y otra vez. Tal vez los recuerdos terminan convirtiéndose en la última actualización de la propia versión que se ha construido, la versión blandita, o la versión que reconcilie toda historia pasada.

Con curiosidad abrí el sobre, en su interior, hay muchas cartas que no he releído, me fatigué después de la primera. Letras que había olvidado, que ya no tienen el mismo sentido que yo interpretaba.

Es evidente que Correos de México y Joaquín Sabina han sido importantes en mi vida. Leía yo un párrafo donde me mencionan la canción Princesa, y algunas otras, el remitente por fin las habían escuchado y le había gustado esa música que me gusta decían. Qué mejor manera de promover a un artista que cuando lo hace una admiradora ferviente y candente!. Otra cosa, no menos importante, es saber que siempre he contado con la lealtad y confianza de mi amiga, indiscutiblemente de esas amigas como las hay muy pocas, de hueso colorado.

Sepomex tal vez debiera tratarme mejor, dado que a mi nombre como destinataria de misivas, se han vendido estampillas que da gusto y a mí me encanta recibir cartas, así a la antigüa. Afortunada coincidencia que hace la vida a vuelta de correo.
Como me dijo algun día aquel señor de una pequeña papelería a la que acudo con cierta frecuencia, que había 3 cosas que lo enamoraron de su esposa y esas eran: sus cartas, su perfume y su persona.

En los siguientes días, tal vez lea una a una las misivas. Pienso que este año debiera escribir más, aunque sea en blogspot.com. Pero tal vez sería buena idea escribirse a futuro, platicar lo que veo ahora, para alguien como yo pero con 60 años diciendo que tiene mi nombre. No es que cambien las cosas, es que uno deja de ser el mismo y qué fortuna que así sea.






Foto: Outgoing mail September 2013 por donovanbeeson en Flickr. Usada bajo licencia Creative Commons.

Otros chismes de este mismo blog

Blog Widget by LinkWithin